En 1567 cuando Santa Teresa está fundando el convento de
Medina del Campo, conoce a Juan de Sto. Matías (Juan de la Cruz) y al P. Prior
de los calzados P. Antonio de Heredia. La Santa les habla y les dice el propósito que tiene de
fundar frailes de la regla primitiva. De ahí viene el dicho de la Santa: “Ya
tengo fraile y medio”, por Juan de la Cruz, que era muy bajito.
En el mes de
Junio de 1568, sale Santa Teresa del convento de Ávila camino de Duruelo, con
Antonia del Espíritu Santo y el capellán del convento Julián Dávila. Dice la Santa:
“Llegados allí por la noche después de haber recorrido mucho (porque
nadie nos daba señales del sitio) no nos atrevimos a quedarnos allí por la poca
limpieza y la mucha “gente de agosto” (piojos). Se fueron a dormir a la iglesia,
que para el cansancio grande que llevábamos, no quisiéramos pasarlo en vela”.
En Agosto de
1568 Santa Teresa lleva a Juan de la Cruz a la Fundación de Valladolid para
enseñarle el estilo de hermandad y recreación que llevamos. Como no estaba
puesta la clausura, podía ver el modo de proceder… para que lo llevara bien
entendido. Así de recreación que tenemos juntos, que todo es, con tanta
moderación que solo sirve de entender las necesidades de los hermanos y tomar
un poco de alivio para llevar el rigor de la regla. “Él era tan
bueno, que, al menos yo, podía mucho más aprender de él, que él de mí; más esto
no era lo que hacía (al caso), sino el estilo de proceder de los hermanos” F.
13,5.
El ideal que transmite a los frailes es el mismo, con alguna
variación que dio a las monjas. _Cuidar y promover juntamente la vocación
contemplativa y apostólica del Carmelo por medio de religiosos que vivieran el
mismo espíritu y poseyeran el mismo carisma.
De ahí el sentido de familia que dio a su obra: El silencio y
soledad, la oración contemplativa, la devoción a la Stma. Virgen (cuyo hábito
traemos). La Santa Madre proyectó la fundación de frailes como algo
distinto, no distantes. Ya que les quería para ayudar a las monjas en la
formación y dirección espiritual.Les quería que fuesen letrados, apóstoles, sacerdotes y
predicadores “Un buen letrado nunca me engañó” decía la Santa. Les quería
inteligentes más que ascetas, salvadores de almas más que rigurosos.
La Madre Teresa pasa de camino a la fundación de Toledo,
para ver cómo viven los primeros descalzos. Cuenta en las Fundaciones, que al
llegar encontró al P. Antonio barriendo la puerta de la iglesia, con rostro de
alegría que tiene siempre “Yo le dije: ¿Qué es esto, mi padre? ¿Qué se ha hecho
la honra? Díjome estas palabras: Yo maldigo el tiempo que la tuve”. Pasó y quedó admirada de ver el
espíritu que el Señor había puesto allí, de calaveras, cruces, que nunca se me
olvidó una cruz pequeña de palo que tenían para el agua bendita, que en ella
tenían pegada una imagen de papel con un Cristo, que parecía ponía más devoción
que si fuera de cosa muy bien labrada. Iban a predicar a muchos lugares de por
allí y en poco tiempo era tanto el crédito que tenían, que a mí me hizo
grandísimo consuelo.
En Duruelo solo
estuvieron unos meses, hasta que un caballero D. Luis de Toledo, Sr. de Mancera
les ofreció una iglesia con retablo para una imagen de la Virgen muy bonita que
le habían mandado de Flandes.
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