Beata María de Jesús, el "letradillo" de santa Teresa

Así debe ser como dices, letradillo mío
Así debe ser como dices, "letradillo mío"


Cuando santa Teresa estaba escribiendo las Moradas del Castillo Interior, le dio a leer el manuscrito. La beata le hizo tan buenas observaciones, que ella la llamaba cariñosamente "mi letradillo".

La Madre Teresa la envió a Toledo a fines de julio de 1577.Una supuesta carta de la Santa la encomienda con estas palabras: 
"Hijas mías, les envío esta hija mía con cinco mil ducados de dote, pero hágoles saber que ella es tal, que cincuentamil diera yo de muy buena gana. Mírenmela no como a las demás, porque espero en Dios que ha de ser un prodigio".

Fue la primera persona en leer el Libro de las Moradas, que la santa escribió precisamente en Toledo cuando María era aún novicia. Y no solo la santa la apreció, sino además, Nuestro Padre San Juan de la Cruz, quien estuvo escondido en Toledo luego de su fuga, o el P. Gracián, quien en su "Peregrinación de Anastasio" escribe: 

"Una religiosa a quien la Madre cuando vivía amó con particularísimo amor, porque demás de haber sido santa desde niña y tener virtudes aventajadas y heroicas, pidiendo a Nuestro Señor le diese en esta vida algo que sentir de su pasión visiblemente, Su Majestad se le apareció y le puso una corona de espinas sobre la cabeza, de donde le resultó un tan extraordinario dolor de ella, que nunca se le quita, y es misterio cómo puede vivir con él y no faltar a las cosas de la Orden, y después de muerta la santa madre Teresa, prosiguiendo su deseo de padecer por Cristo en memoria de su pasión, le ha dado tan grandes dolores en pies y manos y costado que es admiración, a esta sierva de Dios la han acaecido muchas cosas dignas de considerar. Bien conozco yo esta religiosa, que es natural de Molina y se llama María de Jesús, y ha sido priora de Toledo, y podría decir tantas cosas de ella que te admirases". (Diálogo XVI)

Vidriera de la beata 
en la Iglesia Parroquial de Tartanedo

Tuvo una larga vida para su época y más aun estando casi siempre enferma. El 13 de septiembre de 1640 entró a la vida eterna, luego de gozar la beatificación de la santa Madre en 1614 y su canonización en 1622. Los procesos abundan en datos sobre la comunicación por medio de apariciones que mantuvo con la Santa Madre luego de la muerte de esta. María de Jesús, tenida como santa, fue sepultada en el interior del monasterio de Toledo, y no en el cementerio. Al mes de su muerte se comenzaron a recoger testimonios en vistas a su segura canonización algún día. En 1642 se exhumó el cuerpo, que se halló incorrupto, se volvió a sepultar pues las leyes canónicas prohibían la veneración pública de alguien no beatificado. Todo debía ir rápido, pero sin embargo, el proceso no se inició hasta el 15 de enero de 1914, cuando de nuevo fue exhumado el cuerpo y se comprobó que la incorrupción permanecía, además, se reflejó en la crónica redactada, que expelía un suave olor muy agradable. En 1920 se introdujo formalmente la causa y en 1929, con un nuevo impulso de la misma, por tercera vez se exhumó y pudo comprobarse la integridad del cuerpo. Fue beatificada ¡al fin!, el 14 de noviembre de 1976 por Pablo VI.








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