1. José, tu vida transcurrió en la sombra, humilde y escondida,
¡pero fue tu privilegio contemplar muy de cerca
la belleza de Jesús y de María!
José, tierno Padre, protege al
Carmelo;
que en la tierra tus
hijos gocen ya la paz del cielo.
2. Más de una vez, el que es Hijo de Dios
y entonces era niño, sometido en todo a
tu obediencia,
¡descansó con placer sobre el dulce
refugio
de tu pecho amante!
José, tierno Padre, protege al
Carmelo;
que en la tierra tus
hijos gocen ya la paz del cielo.
3. Y, como tú, nosotras servimos a María y a Jesús
en la tranquila soledad del
monasterio.
Nuestro mayor cuidado es
contentarles, no deseamos más.
José, tierno Padre, protege al
Carmelo;
que en la tierra tus
hijos gocen ya la paz del cielo.
4. A ti nuestra santa Madre Teresa
acudía amorosa y confiada en la necesidad,
y asegura que nunca dejaste de escuchar su
plegaria.
José, tierno Padre, protege al
Carmelo;
que en la tierra tus
hijos gocen ya la paz del cielo.
5. Tenemos la esperanza de que un día,
cuando haya terminado la
prueba de esta vida,
iremos a verte, Padre, al lado
de María.
José, tierno Padre, protege al
Carmelo
y, tras el destierro
de esta vida, ¡reúnenos en el cielo!
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