Dentro
del mes misionero y ante la Cruz de Lampedusa, presente en nuestra diócesis y
que nos recuerda el drama de las migraciones y de la muerte de tantos
refugiados, nos reunimos para pedir a María intercesora, que Dios nos ayude a
comprender que nuestra vida tiene sólo una misión: anunciar a los hombres que
Dios nos quiere a todos y que en cristo nos ha salvado. Por ello, tenemos que
hacer real la salvación, trabajando por un mundo más humano y que no sea
cómplice de la “globalización de la indiferencia”.
En los
cinco continentes hay un trabajo urgente que los cristianos tenemos que
realizar. Jesús mismo nos ha dicho: “la mies es mucha y pocos los obreros,
pedid al Dueño de la mies...” En cada misterio pedimos por un continente: por
sus problemas, necesidades y para que María madre de todos, nos ayude a estar
atentos a las llamadas que el Señor nos hace, especialmente desde el grito de
los que sufren.
ORACIÓN
FINAL:
Señor, Tú
has querido que tu Iglesia sea sacramento para todos los hombres y mujeres, a
fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final de los tiempos,
mueve los corazones s fieles y concédenos la gracia de sentir que nos llamas
con urgencia a trabajar por la salvación del mundo, para que, de todas las
naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia, consagrada a
tu nombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
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