Esta Jornada,
instituida por Juan Pablo II en 1997
«quiere ayudar -dice el Papa- a toda la Iglesia a
valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de
cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo,
quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los
propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor».
Según el mismo Pontífice, las finalidades de la
Jornada son tres:
1) alabar más
solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada;
2)
promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida
consagrada;
3)
que las personas consagradas celebren juntas y solemnemente las maravillas que
el Señor ha realizado en ellas.
[2 DE FEBRERO DE 1997]
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