En
lo espiritual, la Santa intensifica su preparación para la Pascua de modo
especial en la Semana Santa. Durante muchos años celebra con devoción especial
el Domingo de Ramos: '...durante más de treinta años yo comulgaba este día, si
podía, y procuraba aparejar mi alma para hospedar al Señor, porque me parecía
mucha la crueldad que hicieron los judíos, después de tan gran recibimiento,
dejarle ir a comer tan lejos, y hacía yo cuenta que se quedase conmigo, y harto
en mala posada, según ahora veo...' (R 26,2). Luego,
ese día, repartía su comida a un pobre, práctica que de ella heredó la
comunidad de la Encarnación. Lo cuenta la historiadora del monasterio, María
Pinel: 'En el coro bajo, el Domingo de Ramos, se halló toda bañada en la sangre
de Cristo..., pagándola nuestro Señor el hospedaje que le hacía aquel día,
porque... no comía hasta las tres de la tarde, estándose acompañando a Su
Majestad hasta aquella hora, y en reverencia suya daba de comer a un pobre. Y a
su imitación se hace en esta casa así, no comiendo aunque vayan a
refectorio..., dejando a la puerta (de casa) la comida todas las que pueden por
sí mismas para el pobre que tienen prevenido, y solicita cada una a la portera
no falte pobre para ella' (Retablo de Carmelitas, Madrid 1981, p. 47).
FUENTE: SANTA TERESA DE JESÚS
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