"a
una persona que estaba muy afligida delante de un crucifijo (...) considerando
que nunca había tenido qué dar a Dios ni qué dejar por El: díjole el mismo Crucificado,
consolándola, que El le daba todos los dolores y trabajos que había pasado en
su Pasión, que los tuviese por propios, para ofrecer a su Padre. Quedó aquel
alma tan consolada y tan rica, según de ella he entendido, que no se le pueda
olvidar; antes cada vez que se ve tan miserable, acordándosele, queda animada y
consolada“ Moradas
sextas 5, 6
Teresa
de Jesús
No hay comentarios:
Publicar un comentario