IV Fundación Valladolid |
Más importantes que los
conventos materiales con sus títulos son los conventos espirituales y vivos de
las almas, las comunidades que los habitan. Y estos respiran bajo el signo de
san José. En ellos san José ocupa un lugar de preferencia. Los conventos
teresianos desde su soledad, clausura, silencio y aislamiento son lugares de
cálido amor y devoción sentida a nuestro glorioso Padre y Señor san José que
caldean a la Iglesia de Jesús, focos potentes de profunda devoción josefina que
esparcen sus resplandores en la comunidad eclesial.
En los Carmelos de la Madre
Teresa san José tiene en cada carmelita una verdadera devota y propagandista, porque
viven auténticamente el carisma de santa Teresa, en el que es esencial la
devoción y el amor a san José. Se les puede aplicar a ellas especialmente estas
palabras del P. Arnoldo de san Pedro y san Pablo en su Solitarius loquens
de 1968, conf. I, p. 126,
“Si, como dicen los curiosos investigadores de
los secretos de la naturaleza, “los
hijos salen a las madres”, a nadie le parecerá paradójico lo que
confidencialmente le voy a decir, que ser hijo de la seráfica santa Teresa y devoto de san José , ser
carmelita y defender y propagar la gloria del santísimo esposo de la Virgen
santísima son conceptos sinónimos y
cualidades hasta tal punto simpáticas y mutuamente unidas, que no se pueda ni
deba darse la una sin la otra”
P.
Román Llamas, ocd, 15 de enero de 2020, miércoles.
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