El tiempo de adviento se abre con una invitación y llamada a la alegría:
alegraos siempre en el Señor y que vuestra mesura, es decir, que vuestra
afabilidad, bondad, cordialidad, indulgencia, consideración, que todo esto significa
epieikés, sea conocida por todos. Vivir la alegría es vivir con afabilidad y
bondad e indulgencia. Y la razón es clara. El Señor está cerca. El mensaje
de adviento es un mensaje de alegría en esperanza cierta e inminente. Alegraos
en el Señor. Es la actitud de María, que es el ideal del adviento. El
evangelio con relación a María en su adviento no menciona más que la alegría:
Alégrate, llena de gracia. No le dice: ayuna, haz penitencia, haz unos días de
ejercicios... sino alégrate. Y el corazón de María se llenó de alegría, porque
las palabras de Dios son eficaces y producen aquello que significan. La alegría
se consustancia con su ser.
Y de la alegría le nace el servicio, yendo
a la casa de su prima Isabel..., servicio que es llevar la salvación... Y el
servicio, a su vez, aumenta la alegría. Un cristiano que vivió muchos años en
un campo de concentración de Siberia sintetiza en estas palabras su modo de
vivir la alegría el Espíritu. Buscaba a mi Dios y Él se me ocultaba; buscaba mi
alma y no la encontraba; he buscado a mi hermano y he encontrado a los tres.
Soñé un día que la vida era alegría.
Me desperté y caí en la cuenta de que la
vida es servicio.
Me puse a servir y en el servicio he
encontrado la alegría.
Con sencillez y alegría de corazón la
primitiva Iglesia esperaba la parusía del Señor (At 2,46). Y la alegría echa
lejos la tristeza.
Próximas publicaciones:
SAN JUAN DE LA CRUZ VIVE EL ADVIENTO
- Un adviento puramente interior.
- Adviento al aire libre
- El adviento con María
- El último adviento de San Juan de la Cruz
ASIMILACIÓN DEL MISTERIO
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