En el misterio de adviento-Navidad hay
tres momentos: el de la realización en un momento y en un lugar determinado, el
de su celebración litúrgica y el de la asimilación espiritual del mismo.
El momento de la asimilación es el de una
labor persona intransferible. No se da sin los otros dos, porque se trata de
asimilar algo concreto. Se pueden dar los dos primeros sin una verdadera
asimilación. Por lo que se refiere a nosotros es el momento más importante y
urgente. La asimilación de los contenidos esenciales del misterio que se
celebra es para cada uno lo más importante. Sin asimilación no hay
efectivamente celebración del misterio.
No se trata de acumular conocimientos,
aunque estos son necesarios, pero llega un momento en que pueden convertirse en
un estorbo que nos impide la asimilación. Los árboles no dejen ver el bosque.
Es lo que dice san Juan de la Cruz a las monjas de Beas:
"El no haber escrito no ha sido falta
de voluntad, porque de veras deseo su gran bien, sino parecerme que harto está
ya escrito para obrar lo que importa; y que lo que falta, si algo falta, no es
el escribir o el hablar, que esto antes ordinariamente sobra, sino el callar y
obrar. Porque, además de esto, el hablar distrae, y el callar y obrar recoge y
da fuerza al espíritu...Esto entiendo, hijas, que el alma que presto advierte
en hablar y tratar, muy poco advertida está en Dios; porque, cuando lo está, luego
con fuerza la tiran de dentro a callar y huir de cualquier conversación"
(Cta 8: 22.11.1587).
P. Román Llamas, ocd
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