Invocación inicial
Aclamemos a Cristo el Señor en esta novena a San José.
Himno
al niño Jesús, lo vio crecer,
era ejemplo de justicia y de bondad,
todo era paz.
Pero aquí, la esperanza de un
pueblo que sufre tanto,
no morirá, todos juntos
lucharemos por la vida,
Viva la Paz.
Quiero ser el amigo que recorre
tu camino, que no importa
la sorpresa del destino, día y noche
siempre estaremos aquí.
Quiero ser ese sol por el que
brillará la luna, ser el viento por
el que borra la bruma y vivir
mi suelo junto a ti y ser feliz.
(Himno a San José de Héctor Hugo Ríos)
(https://www.youtube.com/watch?v=XBVV_znZl2k&index=4&list=RDGbk_cWZ8vP4)
Texto evangélico
«Por aquel entonces
vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que
esperaba la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, y le
había hecho saber que no moriría antes de haber visto al Mesías enviado por el
Señor. Simeón guiado por el Espíritu Santo fue al templo al mismo tiempo que
los padres del niño Jesús llevaban a su hijo para hacer con él lo que ordenaba
la Ley. Y tomando al niño en brazo alabó, a Dios diciendo: ‑ Ahora, Señor, ya
puedo morir en paz, porque has cumplido tu promesa. Con mis propios ojos he
visto al Salvador que has preparado a la vista de todos los pueblos. El es luz
que se manifiesta a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel. Los padres de
Jesús estaban asombrados de lo que Simeón decía acerca del niño. Simeón los
bendijo y anunció a María, la madre del niño: ‑ Mira, este niño va a ser causa
en Israel de que muchos caigan y otros muchos se levanten. Es un signo de
contradicción puesto para descubrir los más íntimos pensamientos de mucha
gente. En cuanto a ti misma, una espada te atravesará el corazón. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de
Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años. [] No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios
noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso
a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del
Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se
fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2, 25-39).
San José en los escritos de Santa Celia Guerin y de Santa Teresa del Niño
Jesús
Su madre, santa Celia Guerin,
explica en una de sus cartas, que al poco de nacer, su hija Teresa estaba tan
grave que temiendo un desenlace fatal, «subí de prisa a mi habitación, me
arrodillé a los pies de san José y le pedí la gracia de que la niña se curase,
aunque resignándome por completo a la voluntad de Dios si Él quería llevársela
consigo. Yo no suelo llorar fácilmente, pero me corrían las lágrimas mientras
hacía esa oración. […] Finalmente pasado un cuarto de hora mi Teresita abre los
ojos y empieza a sonreír. A partir de este momento quedó completamente curada»[i]. En su hogar procurará educar a sus hijas en la filial confianza a san
José.
Nos
dice Teresita en su autobiografía: «Desde mi infancia había sentido hacia San
José una devoción que se confundía con mi amor a la Santísima Virgen». «Rogué
también a San José que velase por mí. Todos los días le rezaba la oración: “San
José, padre y protector de las vírgenes”. Con esto, emprendí sin miedo el largo
viaje (a Italia) Iba tan bien protegida, que me parecía imposible tener miedo»[ii].
Su amor y confianza a San José le
acompañará en toda su vida, a él dedicará una poesía: «Vuestra admirable vida /
en la sombra, José, se deslizó / humilde y escondida, / ¡pero fue augusto
privilegio vuestro / contemplar muy de cerca la belleza/ de Jesús y María! /
¡Más de una vez, el que es Hijo de Dios, / y entonces era niño/ y sometido en
todo a la obediencia vuestra, / sobre el dulce refugio de vuestro pecho amante
/ descansó con placer!/ Y como vos,
nosotros,/ en la tranquila soledad, servimos / a María y Jesús, / nuestro mayor
cuidado es contentarles, / no deseamos más. / A vos, Teresa, nuestra Santa
Madre, / acudía amorosa y confiada / en la necesidad, / y asegura que nunca su
plegaria / dejasteis de escuchar. / Tenemos la esperanza de que un día, /
cuando haya terminado la prueba de esta vida, / al lado de María iremos, Padre,
a veros. / Bendecid, tierno Padre, nuestro Carmelo, y tras el destierro de esta
vida reunidnos en el cielo!»[iii]
Responsorio
V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. Señor de todas sus posesiones.
R. Administrador de su casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo nombró administrador de su casa.
Oración a san
José
Glorioso
Patriarca San José cuyo poder sabe hacer posible las cosas imposibles, venid en
mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Tomad bajo vuestra
protección las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo….
Por el fin de
la pandemia, remedio a sus consecuencias y el retorno a Dios
Por la
Iglesia…… (por el Santo Padre, por la santidad de los sacerdotes, y que estos
sean ayudados en sus necesidades…)
Por la
Orden…(por la conservación de los conventos y a través de ellos se irradie el
Evangelio, se difunda el carisma….)
Por los
cristianos perseguidos….
Por la propia
nación…..
Por las
necesidades personales……,
a fin de que
tengan una feliz solución.
Mi bien amado
Padre: toda mi confianza está puesta en Vos. Que no se diga que os he invocado
en vano. Y puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María, mostradme que vuestra
bondad es tan grande como vuestro poder. Amén.
Padre nuestro.
Oración final
Dios todopoderoso que
confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel
custodia de San José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve
fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor
Jesucristo.
[i] Celia Guerin, Cartas
a mi Familia, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2000. Cta a su cuñada, marzo 1873,
184-185
[ii] Teresa de Lisieux,
Obras Completas, Monte Carmelo,
Burgos 2006. Mns A, 57r.
[iii] Santa Teresa del Niño Jesús,
“A Nuestro Padre San José” (Poesía 14).
Todos los textos de esta novena a San José, a excepción de algunos himnos, han sido extraídos de la Sagrada Escritura, de la Liturgia de la solemnidad de San José y de los escritos de los Santos del Carmelo. La autora se ha limitado a hacer la composición de los textos en forma Novena.
María del Pilar de la Iglesia
Barcelona, 8 de marzo de 2021
(Año Jubilar de San José, 8.XII.2020 a 8.XII.2021)
FUENTE:
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