MARÍA EN LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Día 5º Pedimos por las
vocaciones
Invocación inicial
“Santa Madre de Dios, gloria del Monte Carmelo, reviste de tus virtudes a la familia que tú has escogido, y defiéndela de todo peligro”.
Himno
Oh Madre de la luz, Señora de los mares,
Estrella a quien invoca nuestro esfuerzo rendido,
puebla tú nuestros ojos de luces y cantares,
acalla nuestro grito en tu amor redimido.
Lluvia dulce y fecunda de nubes de promesa
transfigurando savias y trigos de sequía,
mantén entre tus manos nuestra esperanza ilesa
y enjuga nuestro llanto, Vid en flor, oh María.
Privilegia a tus hijos con tu limpia mirada,
y alcancen nuestros ojos tu distancia de vuelo.
Estrella de los mares, lumbre intacta, empapada
de llanto y sal amargos. ¡Señora del Carmelo! Amén
En escucha de la Palabra
“Cuando se cumplieron los días en que
debían purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para
presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón
primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de
tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre
llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso, y esperaba la consolación de
Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo le había revelado
que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el
Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para
cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya
en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista
de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo
Israel». Su padre y su madre estaban admirados de las cosas que se decían de
él. Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: «Este niño está destinado en
Israel para que unos caigan y otros se levanten; será signo de contradicción
para que sean descubiertos los pensamientos de todos; y a ti una espada te
traspasará el corazón»” (Lc 2, 22-35).
“No pienses cuando ves a mi
Madre que me tiene en los brazos que gozaba de aquellos contentos sin grave
tormento. Después que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara
luz para que vieses lo que Yo había de padecer” (Rel 36). “Los que más cercanos
anduvieron a Cristo nuestro Señor, fueron los que de mayores trabajos. Miremos
los que pasó su gloriosa Madre” (M, VII, 4, 5).
“Gran cosa es lo que agrada a
nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre” (F 10, 5). “Nosotras
nos alegramos de poder en algo servir a nuestra Madre y Señora y Patrona” (F
29, 23). “Plegue a nuestro Señor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como
verdaderas hijas de la Virgen” (F 16,7) “Parezcámonos, hijas mías, en algo a la
gran humildad de la Virgen Santísima, cuyo hábito traemos, que es confusión
nombrarnos monjas suyas, que por mucho que nos parezca nos humillamos, quedamos
bien cortas para ser hijas de tal Madre” (C 13, 3). “Alabadle, hijas mías, que
lo sois de esta Señora verdaderamente... Imitadla y considerad qué tal debe ser
la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por patrona (M III, 1, 3).
“Mirad mis hijas... la obligación que tenemos de servir a Dios las que nos ha
dejado perseverar... y quedar para siempre... por hijas de la Virgen” (F 27,
10). “Cada una haga cuenta... que en ella torna a comenzar esta primera Regla
de la Orden de la Virgen nuestra Señora” (F 27,11). “Un día me dijo el Señor…:
en tus días verás muy adelantada la Orden de la Virgen” (Rel 14) . “Ahora…
puedo decir lo que el Santo Simeón, pues he visto en la Orden de la Virgen
nuestra Señora lo que deseaba” (Cta.
361).
Responsorio
R. Venid, hijos, escuchadme; venid,
subamos al monte del Señor. El que me escucha no fracasará.
V.
Yo soy la
madre del amor puro y de la esperanza santa. En mí está toda la gracia de
camino y de verdad. * El que me
escucha no fracasará
Preces
Proclamemos agradecidamente la gloria de Cristo, nuestro Salvador, primogénito de muchos hermanos, que nos ha dado a María por Madre, y digamos con gozo:
Tu, que
dijiste: « Dichosos los que crean sin haber visto »,__haz que nosotros,
peregrinos en la noche oscura de la fe, caminemos de la mano de María, la
dichosa porque creyó.
Tu, que
exhortaste: « Es preciso orar sin desanimarse »,___enséñanos a orar con María y
a meditar, como ella, tu palabra, para anunciarla a nuestros hermanos.
(Añadamos, en silencio, nuestras intenciones personales y por la Orden)
Ave María
Oración
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén
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