LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Día 2º Pedimos por las familias
Invocación inicial
“Santa Madre de Dios, gloria del Monte Carmelo, reviste de tus virtudes a la familia que tú has escogido, y defiéndela de todo peligro”.
Himno
Para celebrar tu día
se abrirán todas las
flores
entonarán los
cantores
un concierto de
alegría.
Virgen del Carmen,
que linda eres,
échame Madre
tu bendición.
Al mirar tus ojos
mansos
nos sentimos
comprendidos
y todo el que está
perdido
encuentra en Ti su
descanso.
Tus brazos están
abiertos
esperando con
paciencia
hasta que tus hijos
vuelvan
a cobijarse en tu
pecho.
Levanta Madre al
caído,
salva al enfermo y al
niño
y derrama tu cariño
sobre este pueblo.
En escucha de la Palabra
“En
aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó
de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y
exclamó a gritos:
«Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme
la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la
voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!»" (Lc 1, 39-45).
Meditación de un texto de santa Isabel de la Trinidad
“Me parece que la actitud de la Virgen
durante los meses transcurridos entre la Anunciación y el Nacimiento es el
modelo de las almas interiores; de esos seres que Dios ha escogido para vivir
dentro de sí, en el fondo del abismo sin fondo. ¡Con qué paz, con qué
recogimiento María se sometía y se prestaba a todas las cosas!
¡Cómo, aun las más vulgares, eran
divinizadas por Ella! Porque a través de todo la Virgen no dejaba de ser la
adoradora del don de Dios. Esto no le impedía entregarse a las cosas de fuera
cuando se trataba de ejercitar la caridad. El Evangelio nos dice que María
subió con toda diligencia a las montañas de Judea para ir a casa de su prima
Isabel (Le. I, 39-40). Jamás la visión inefable que ella contemplaba en sí
misma disminuyó su caridad exterior. Porque, como dice un autor piadoso, si la
contemplación "tiende hacia la alabanza y a la eternidad de su Señor, ella
posee la unidad y nunca la perderá. Si llega un mandato del cielo, ella se
vuelve hacia los hombres, se compadece de todas sus necesidades, se inclina
hacia todas sus miserias. Es necesario cine ella llore y que ella fecunde.
Alumbra como el luego; como él, ella quema, absorbe y devora, elevando hacia el
cielo lo que ha devorado. Y una vez que ha acabado su misión en la tierra se
remonta y emprende nuevamente, ardiendo en su fuego, el camino de la altura” (Santa
Isabel de la Trinidad, El cielo en la fe, 40).
Responsorio
R. Bajo tu protección nos
acogemos, * Santa Madre de Dios. Bajo tu protección nos acogemos.
V. No deseches las súplicas que
te dirigimos en nuestras necesidades.
* Santa Madre de
Dios. Gloria al Padre. Bajo tu protección nos acogemos.
Preces
Proclamemos agradecidamente la gloria de Cristo, nuestro Salvador, primogénito de muchos hermanos, que nos ha dado a María por Madre, y digamos con gozo:
Tú, que has
acrecentado con numerosos hijos que viven de su espíritu en la vida religiosa y
dan testimonio en medio del mundo, _ Concede a los
Carmelitas vivir con María unidos en la oración, siendo unos en corazón y en alma.
Tú, que has
prometido la corona de la gloria a los que perseveran en tu amor hasta el fin, Otorga a nuestros hermanos difuntos que sirvieron con fidelidad a
Cristo y a María, la gracia de contemplarte cuanto antes en el cielo.
Tú, que has
encomendado al amor maternal de María a todos los hermanos de Cristo, tu Hijo, _ Has que cuantos se han consagrado a ella ardan en el celo de la
salvación de los hombres.
(Añadamos,
en silencio, nuestras intenciones personales y por la Orden)
Ave
María
Oración
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén
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